Autor

Soy traductor, filólogo, lector venido a menos (es decir, que cada vez leo menos de lo que me gustaría), escritor aficionado y en la sombra, aficionado al cine (o más bien a buscar buen cine entre la absurdamente grande oferta cinematográfica), ¡ah!, y viajero incansable. Y de las cosas cotidianas, la que menos me gusta, aunque me guste jactarme de ello, es mudarme de casa. En los últimos diez años que llevo en el extranjero me he mudado innumerables veces; tanto es así que he perdido la cuenta. Lo que sí sé es que durante los pasados tres años he realizado cinco mudanzas totales y la última fue toda una aventura que daría para hacer un artículo.

Hasta ahora me ha fascinado escribir sobre todo acerca de libros, películas y discos. Pero de un tiempo a esta parte, con el fin terapéutico de encontrar algo de serenidad, vengo sintiendo la necesidad de escribir sobre hechos cotidianos más o menos relevantes, muchos de ellos con la injusticia o la queja como trasfondo.

Las cosas son complicadas…

3 respuestas a Autor

  1. César Molins dijo:

    Apreciado comentarista de «la voz seca»,

    Como ve, han pasado unos dos meses desde el desastre de Fukushima y, hasta esta hora no se sabe de NI UN SOLO MUERTO por razones radiológicas como consecuencia del accidente, por muy desastroso que éste fue.
    Como puede haber comprobado (si es que puede apreciarlo con objetividad) se ha cumplido al pie de la letra practicamente lo que predije en el momento de mi entrevista digital en El Pais: La central destrozada e irrecuperable, pero ninguna consecuencia de gravedad radiológica para la población.
    Y si Vd se preguntaba en qué basaba mis aseveraciones, para Vd. gratiutas y sin datos, le puedo decir que en un montón de años estudiando, cosa que el «tío Eulogio» como Vd. indicaba, seguramente no habría hecho. Naturalmente que le podía dar datos. Montañas de números. Y qué habríamos obtenido? Que la población me viera como un gran sabio pero que no tiene ni idea de comunicarse con la gente porque sólo suelta palabrajos incomprensibles? Yo opté por dar explicaciones inteligibles para la persona de la calle, en la esperanza de que «el ciudadano cualquiera» como Vd. define, considerara que alguien que ha estudiado un tema a fondo tiene una cierta autoridad para hablar de ello, más que muchos otros que vociferan, pero sin base técnica alguna.
    Simplemente y con humildad, vea que se ha cumplido muy aproximedamente lo que predije. Nada en Tokyo (la gente se preguntaba si había que huir), nada a 200 Km de distancia, no explosión nuclear al estilo Chernóbil, No escape de núcleos fundidos,… Qué más quiere, cuando se hacían preguntas a las 48 horas del accidente y con información parca?
    Yo creo que merece la pena dar oido a los que han estudiado un tema.
    Afectuosamente,

    Dr. César Molins

  2. Daniel dijo:

    Estimado Sr. Molins:

    Gracias por su mensaje. El hecho de que se haya pasado por mi humilde blog y escrito palabras tan comedidas es de agradecer. Lo digo en serio. Y ahora que he revisado la entrada que a usted le concierne me doy cuenta de que debía haber sido algo más templado en los comentarios que hago sobre su persona. La educación que me ha mostrado con su comentario así me lo exhorta y tomaré nota para el futuro. Gracias.

    En cuanto a mi postura crítica sobre el tratamiento del desastre de Fukushima tanto por los medios de comunicación en general como por expertos como usted, sigue siendo la misma. Me parece muy imprudente, aunque uno sea muy experto, describir la situación Fukushima como no grave o con escasas consecuencias para el medio ambiente y las personas sobre todo cuando éste había ocurrido hacía tan poco tiempo. Sinceramente me parece una temeridad. En primer lugar, porque en esos momentos, como usted mismo dice, no había mucha información y la que había era confusa. Pero déjeme que le insista: en estos momentos la información sigue siendo confusa (y escasa, para más inri). Me parece temerario rebajar la gravedad del accidente sólo porque usted es un experto sobre las características y el funcionamiento de una central nuclear. Si ya para las personas implicadas en las tareas de reconstrucción y evaluación de daños ha sido una odisea determinar el alcance del desastre, ¿cómo usted se atreve a decir que no es tan grave? ¿No habría sido más prudente insistirles a los lectores en que es muy pronto para hacer afirmaciones? Esto es lo que me molesta. Creo que habría que haber sido mucho más precavido en sus afirmaciones, y se lo digo con todo el respeto. Además, aunque no haya habido víctimas directas del desastre nuclear, no me puede negar que las noticias posteriores a su intervención en El País se alejaban absolutamente de sus predicciones: aumento a nivel 7 de categoría de desastre nuclear, aumento del área de seguridad de 30 a 40 km, grandes dificultades para restablecer la alimentación eléctrica, fugas involuntarias (y voluntarias también) del agua refrigerante al mar, subida de la tasa de radiación en el agua de Tokio, retirada de los supermercados de alimentos por altos contenidos de radiación, etc. y hace poco, confirmación de la fusión del núcleo en el reactor 1.

    Soy consciente de que la información que había en aquel entonces y que usted manejaba era escasa, contradictoria y como mucho confusa, pero, insisto, algunas de sus afirmaciones me resultan algo precipitadas.

    Estoy de acuerdo con usted en que usted como experto en energía nuclear es una de las personas más adecuadas para hablar e informar a la sociedad sobre este tema (¿quién si no?), por eso leí con tanto interés su entrevista. Pero no se trata de eso, se trata de que como ciudadano normal que intenta informarse por diversos medios para llegar a lo más parecido a la verdad, ante semejante drama ecológico y humano le suenan raras las expresiones del tipo: «no enervarse más de la cuenta» o «no va haber ni un solo muerto ni un solo cáncer». Esto último, desafortunadamente, está todavía por ver.

    Para terminar, comentarle que voy a quitar de la entrada todas las expresiones despectivas sobre su intervención en la entrevista de El País. Aunque finalmente podemos comprobar que seguimos sin estar de acuerdo, le agradezco no obstante su comedidas palabras.

    Afectuosamente
    Daniel

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